El ciclismo de montaña eléctrico (e-MTB) ha revolucionado la forma en que los aventureros exploran terrenos exigentes, permitiendo a los ciclistas superar desniveles considerables y recorrer largas distancias con mayor facilidad. Esta tecnología fue la aliada perfecta para Ludo May, Jérome Caroli y Dominique Müller en su reciente travesía transfronteriza entre Suiza e Italia. Con mochilas ligeras y cargadores para sus bicicletas, estos tres ciclistas se embarcaron en un viaje de dos días que combinó desafíos técnicos y paisajes impresionantes.

Ludo May, residente de un valle remoto en Suiza, conoce bien los entresijos de la exploración en alta montaña. Su pasión por descubrir nuevos caminos encontró en la e-MTB la herramienta ideal para aventurarse más allá de los límites convencionales. La travesía comenzó en Le Chable, un pequeño pueblo suizo conocido por ser una puerta de entrada a los Alpes. Desde allí, los ciclistas tomaron un autobús hasta Mauvoisin, punto de partida de su ruta.
La primera jornada estuvo marcada por un ascenso desafiante a través de senderos estrechos y escarpados, donde las capacidades técnicas de los tres ciclistas fueron puestas a prueba. Las e-MTB demostraron su valía, especialmente en los tramos más empinados, permitiendo mantener un ritmo constante sin comprometer la energía para los descensos. La versatilidad de estas bicicletas permitió a Ludo y sus compañeros adaptarse a los cambios de terreno, desde rocas sueltas hasta tramos de nieve y barro, habituales en las rutas alpinas.
El cruce a Italia no solo implicó un cambio de país, sino también de paisajes y clima. La ruta hacia el lado italiano ofreció vistas espectaculares de los lagos alpinos y los macizos montañosos, combinadas con descensos técnicos que exigieron lo mejor de los ciclistas. La habilidad de Ludo May en los descensos rápidos quedó patente, mientras que Jérome Caroli y Dominique Müller demostraron una notable compenetración en los tramos más complicados. La jornada culminó en un refugio alpino, donde los ciclistas recargaron tanto sus baterías como las de sus e-MTB, preparándose para el día siguiente.
El segundo día trajo consigo un desafío adicional: la adaptación a las condiciones cambiantes de los senderos y la gestión eficiente de la energía de las bicicletas eléctricas. La planificación previa, incluyendo los puntos de carga y la optimización del uso de la asistencia eléctrica, fue clave para completar la ruta sin inconvenientes. La travesía concluyó con un descenso épico hacia el valle, donde los tres ciclistas no ocultaron su satisfacción por haber culminado una aventura que combinó técnica, planificación y una dosis considerable de espíritu explorador.