La ciudad de Liévin, en el norte de Francia, se convierte este fin de semana en el epicentro del ciclocross internacional con la celebración del Campeonato del Mundo de 2025. El evento recupera un trazado que ha sido testigo de carreras de renombre durante los últimos 20 años, como varias citas de la Copa del Mundo y campeonatos franceses. En esta ocasión, las condiciones meteorológicas adversas, con lluvia persistente y temperaturas bajas, han modificado la superficie del recorrido, elevando el desafío para los especialistas de esta disciplina invernal.
El circuito de Val Souchez, de 2,5 kilómetros, mantiene buena parte de su esencia, aunque se han realizado ajustes para adecuarlo a los requisitos de la UCI: la nueva recta de salida y meta se sitúa ahora en un sector con ligera inclinación, factor que podría hacer aún más emocionante un desenlace ajustado. Este trazado se ha caracterizado siempre por su rapidez y su exigencia física, más que por una dificultad técnica elevada.
Aun así, la orografía del entorno incluye varios puntos clave. Hay tres repechos que suelen marcar diferencias en el pelotón, así como dos tramos de escalera ubicados en el primer y último tercio, decisivos para mantener un buen ritmo o lograr un pequeño margen de ventaja. Por otro lado, la meteorología propia de la región, que a menudo trae viento e incluso nieve, incrementa la posibilidad de que el terreno se torne más pesado y fangoso, dificultando la elección de la mejor línea.
Para los aficionados al ciclocross, Liévin es el escenario perfecto donde confluyen tradición, un recorrido siempre impredecible y el aliciente de ver a dos a los mejores ciclocrossistas del planeta luchando por el maillot arcoíris. Entre ellos estará Puck Pieterse, la polivalente neerlandesa que, como es habitual, ha mostrado en redes sociales su reconocimiento del circuito francés.