Puede parecer una tontería, pero salir a pedalear sin haber mirado antes el estado de la bicicleta puede acarrear muchas consecuencias, desde averías mecánicas y crujidos de todo tipo hasta accidentes muy graves. Pinchazos, salidas de cadena, ruidos en la transmisión, discos que rozan o componentes que se aflojan son los problemas más comunes en el mundo de los pedales, todos ellos de muy fácil prevención cuando cualquier ciclista dedica un par de minutos a revisar su montura.
¿Qué hay que revisar?
Una presión inadecuada de los neumáticos es la causante de la inmensa mayoría de problemas relacionados con los cubiertas. Una rápida comprobación de la presión apretando con los dedos de la mano (en el caso de ciclistas experimentados) o con una bomba de aire con manómetro (en el caso de que surjan dudas) en esencial para disfrutar de una ruta sin sobresaltos.
Los ruidos y crujidos de la transmisión son originados en la mayoría de casos por una cadena mal lubricada. La cadena de transmisión debe estar siempre limpia y correctamente engrasada para evitar, además de ruidos, el desgaste prematuro de otros componentes como pueden ser piñones y platos. ¿Lo más recomendable? Aplicar una ligera capa de lubricante en cera antes de salir a rodar para evitar cualquier problema.
Una situación muy comprometida que todo ciclista puede encontrarse es bajar a toda velocidad por el monte o el asfalto y, a la hora de apretar las manetas de freno, no obtener ninguna respuesta. No es un problema habitual, pero concierne especialmente a la seguridad del ciclista y solo se necesitan unos pocos segundos antes de salir a rodar para comprobar que los frenos cumplen con su función. En caso contrario, hay que revisar el estado de las pastillas, zapatas o del circuito hidráulico.
Otro problema muy común que muchos ciclistas han experimentado en sus carnes es que, tras una extenuante ruta en la que se han dejado la piel por el camino, han descubierto que uno de los frenos de su bicicleta estaba mal ajustado produciendo un roce continuo en el disco o la llanta. Antes de salir a pedalear, es obligatorio levantar la bicicleta dejando libre cada una de las ruedas para girarlas con la mano y comprobar que giran libremente sin ningún tipo de fricción.
Un pedal suelto, un manillar que se mueve, un puño que gira, una rueda que baila o una tija que se baja sola son problemas derivados de un mal apriete de los tornillos que los sujetan. Comprobar la correcta sujeción de estos componentes ejerciendo presión con las manos (en el caso de ciclistas experimentados) o mediante las herramientas adecuadas (en el caso de surgir dudas) es un proceso muy rápido que sirve para prevenir problemas mayores.