Las bicicletas recién salidas de la tienda tienen un funcionamiento suave y silencioso, aunque por desgracia a medida que envejecen y acumulan kilómetros tienden a convertirse en una fuente de crujidos y rozaduras. Estos ruidos son especialmente molestos ya que es difícil averiguar su procedencia, pero normalmente se producen en ocho puntos clave que todos los ciclistas pueden revisar de forma muy sencilla para volver a disfrutar de una bici silenciosa.
La cadena es el primer punto a revisar, puesto que es la principal fuente de crujidos de una bicicleta cuando no está bien lubricada. Una buena limpieza con algún producto desengrasante específico y una generosa aplicación de cera lubricante o similar, así como realizar una aplicación rápida una hora antes de salir a rodar, son los hábitos más aconsejables.
Los pedales son el principal apoyo de los pies de un ciclista y tienen que soportar un esfuerzo mecánico más que considerable. Aplicar un poco de grasa a la rosca de los pedales como mínimo una vez al mes y lubricar los mecanismos automáticos de vez en cuando con un poco de aceite es fundamental para silenciar cualquier crujido proveniente de los mismos.
La biela izquierda de una bicicleta se puede extraer simplemente aflojando uno o dos tornillos sin necesidad de desmontar el pedalier. Desmontarla, aplicar una capa de grasa y volver a montarla con el par de apriete recomendado por el fabricante suele ser una solución bastante fiable para eliminar ruidos.
Las zonas de apoyo de los tornillos que sujetan el plato (o platos) a la araña de las bielas son una fuente de crujidos que muchos ciclistas no tienen en cuenta cuando buscan la causa de ese molesto ruido que no desaparece. Desmontar los tornillos uno a uno, limpiar la superficie de apoyo y engrasar las roscas de los mismos antes de apretarlos nuevamente es la solución más rápida, sencilla, y eficaz.
La patilla de cambio, normalmente anclada al cuadro mediante un único tornillo, lsuele acumular suciedad con el paso de los kilómetros en la superficie existente entre la patilla y el cuadro o el propio cambio trasero. Desmontarla, limpiar la zona y aplicar un poco de grasa antes de volver a montarla elimina los crujidos provenientes de la misma.
La tija es otro de los elementos de una bicicleta que tiende a acumular suciedad y, con ello, a generar molestos crujidos cuando roza con el cuadro. Un mantenimiento básico compuesto por limpieza de la tija, la zona accesible del tubo del cuadro y el cierre de la misma, así como la aplicación de una ligera capa de grasa o pasta para carbono en la tija y la cara interna del cierre, son básicos para decir adiós a los ruidos.
Manillar y potencia de una bicicleta son dos piezas fundamentales que tienen que soportar una enorme carga de trabajo y, por tanto, tienden a crujir más de lo debido. La zona de contacto entre el manillar y la potencia, así como la de la potencia con el tubo de la horquilla, deben estar ligeramente engrasadas, ya sea con grasa de montaje o con pasta de carbono según el material de fabricación de los componentes.
Los cables guiados por el interior del cuadro se han convertido en una especificación prácticamente obligatoria en las bicis de última generación. Engrasar ligeramente el punto de entrada de los cables hacia el interior del cuadro es más que suficiente para evitar crujidos producidos por el movimiento de los mismos debido a las vibraciones de la bicicleta al rodar.