Darle un manguerazo rápido a la bicicleta después de cada salida es algo que la gran mayoría de ciclistas tiene por costumbre realizar. Además de esta rutinaria limpieza posentreno, y antes de guardar la bicicleta hasta la próxima sesión de pedales, hay dos sencillos hábitos fáciles de memorizar que permiten alargar la vida de los cambios y de las suspensiones (tanto de horquilla como de amortiguador) sin esfuerzo alguno.
El primero de los hábitos recomendables de asimilar a la hora de guardar la bicicleta hasta la próxima salida es, simplemente, abrir las suspensiones o, lo que es lo mismo, dejar el bloqueo (siempre que exista la posibilidad) abierto. De este modo, se evita que el cartucho interno esté en tensión cuando no hay necesidad de ello, algo que a la larga lleva a una pérdida de compresión que se traduce en un menor rendimiento de la suspensión y un desgaste prematuro de los componentes internos (véase muelles, retenes, etc).
El segundo y sencillo hábito es, antes de 'aparcar' la bicicleta hasta nueva orden, colocar los cambios en posición de reposo. Basta con situar cambio trasero y desviador delantero (siempre que exista la posibilidad) en piñón y plato pequeño respectivamente. De este modo, se libera la tensión del muelle encargado de mover el desviador, alargando la vida útil del mismo y disminuyendo la posibilidad de desajuste.