Para cualquier ciclista, no hay mayor contrariedad que hallarse en plena ruta con una bicicleta que no funcione como debería. Ruidos, chirridos, fricciones y otros inconvenientes derivados pueden ser fácilmente prevenidos si se toman algunas medidas simples para mantener la bici en óptimas condiciones. Siguiendo una serie de pautas, se puede conseguir que ruede suave (y silenciosa) como el primer día que salió de la tienda.
El mantenimiento básico de la bicicleta
Es crucial asegurarse de que la transmisión esté debidamente lubricada. Antes de cada salida, resulta altamente recomendable verificar que la cadena esté correctamente engrasada. Esto es especialmente significativo durante los meses de verano, cuando el calor y el polvo pueden adherirse sin piedad a los componentes de la transmisión. Un poco de aceite o cera para la cadena y el problema quedará resuelto.
Además de la cadena de transmisión, ciertas partes de la bicicleta necesitan estar adecuadamente lubricadas para evitar ruidos y chirridos. Es necesario revisar minuciosamente la bicicleta y aplicar una fina capa de grasa en aquellos puntos donde el roce es constante, como la tija del sillín, las zonas pivotantes de una doble suspensión o los lugares donde los cables entran en contacto con sus protectores o el cuadro.
Es indispensable inspeccionar los cables de la bicicleta, incluyendo los de los frenos, el cambio trasero y delantero, así como el de la tija del sillín ajustable. Hay que asegurarse de que no estén rotos, doblados o desgastados en algún punto, ya que un cable en mal estado puede ocasionar una serie de problemas tanto en el cambio como en la frenada, transformando lo que debería ser un día divertido en una pesadilla de inconvenientes y riesgos.
También es esencial revisar los platos y piñones de la bicicleta. Los dientes desgastados en estos componentes pueden acelerar el deterioro del resto de piezas. Se recomienda comprobar el estado de los dientes y asegurar que la cadena se desplace correctamente por ellos, sin saltos ni fricciones excesivas. En caso de detectar algún signo de desgaste en cualquiera de los tres componentes (cadena, platos o piñones), lo más conveniente es reemplazar la pieza deteriorada por una nueva para evitar un desgaste prematuro del resto de elementos.
Siguiendo con la transmisión, es importante ajustar los cables (si los hay) de los cambios cuando sea necesario. Los cables nuevos tienden a dilatarse ligeramente con el tiempo, por lo que es esencial ajustarlos correctamente después de dos o tres salidas para mantener un funcionamiento suave. Ajustar la tensión de los cables del cambio trasero y del desviador delantero es una tarea sencilla que solo requiere un poco de práctica y contribuirá a mantener la bicicleta en óptimas condiciones.
La presión de las cubiertas es otro aspecto fundamental a verificar. Los neumáticos son el único punto de contacto de la bicicleta con el suelo, y una presión adecuada es esencial para rodar de manera suave y evitar sensaciones incómodas durante la ruta. Asimismo, es crucial llevar siempre una bomba de inflado pequeña o cartucho de CO2 y un kit para reparar pinchazos, ya que una rueda pinchada sin poder reparar significaría el final del trayecto.
Otro punto necesario es examinar detenidamente los neumáticos de la bicicleta en busca de grietas, deformaciones o desgaste excesivo. Unos neumáticos en mal estado pueden dificultar la conducción y causar sensaciones desagradables durante la ruta, además de ser más propensos a sufrir pinchazos y reventones.
Verificar la presión de las suspensiones también es importante. La mayoría de las bicicletas de gama media y alta utilizan horquillas y amortiguadores de aire, y es fundamental asegurarse de que estén funcionando con la presión correcta en función del peso corporal de cada ciclista y de las necesidades propias de cada uno para obtener un rendimiento óptimo y una conducción suave.
Es recomendable revisar cada tornillo de la bicicleta con regularidad para asegurarse de que están correctamente ajustados. Cada tornillo requiere un par de apriete específico para cumplir adecuadamente su función, y es importante evitar que se aflojen o se pasen de rosca durante la ruta. Durante la revisión de la tornillería, examinar cuidadosamente el cuadro de la bicicleta en busca de fisuras o marcas de estrés en cualquier tubo es otro paso a seguir. En caso de detectar algún problema, es preferible no utilizar la bicicleta y acudir de inmediato al taller mecánico.
Por último, la limpieza de la bicicleta no debe pasarse por alto. La suciedad puede acelerar el desgaste de los componentes y causar otros problemas diversos. Una buena limpieza hará que la bicicleta luzca como nueva y contribuirá a su buen funcionamiento, además de permitir detectar problemas que, con una capa de suciedad, pueden pasar desapercibidos.