La cadena de transmisión de una bicicleta es, en la gran mayoría de ocasiones, la principal causante de esos molestos ruidos metálicos que suelen oírse al pedalear. Muchos son los ciclistas noveles que, tras comprar una bicicleta y disfrutar de las primeras salidas sin problemas, descubren con temor que su recién estrenada montura comienza a sonar como un sonajero. ¿Por qué? Probablemente, por una inadecuada (o inexistente) limpieza y lubricación de la cadena, un elemento que, al menos una vez al mes, requiere una especial atención.
¿Cómo limpiar la cadena de transmisión?
Para disfrutar de una transmisión sin ruidos y alargar la vida útil de todos los componentes que la forman, lo mejor que puede hacer un ciclista es dedicar, una vez al mes como mínimo, unos minutos de atención a la cadena. El primer paso es limpiarla en profundidad con ayuda de un desengrasante adecuado y un cepillo, o con algún aparato limpiador de cadenas específico, disponibles en la gran mayoría de tiendas especializadas por un precio más o menos decente.
Además de la cadena, la limpieza debe completarse con el cepillado del plato (o platos) y piñones de la transmisión y de las rulinas del cambio trasero, eliminando los restos de suciedad que puedan haber quedado pegados para evitar que la cadena vuelva a ensuciarse nuevamente. Una vez limpio y desengrasado el conjunto de la transmisión (piñones, plato o platos, rulinas y cadena), hay que secar todas las piezas, tanto para evitar la oxidación del metal como para mejorar la eficacia del lubricante utilizado.
¿Cómo lubricar la cadena de transmisión?
A diferencia de lo que muchos ciclistas piensan, la cadena es el único elemento de la transmisión que necesita ser lubricado. No hay que engrasar platos ni piñones bajo ningún concepto, ni lubricar la cadena para luego pasarla por todos los platos y piñones. Lo único que se consigue así es, de un día para otro, volver a tener todo el conjunto listo para otra limpieza en profundidad. Para lubricar la cadena de forma óptima, la mejor opción pasa por escoger ceras lubricantes, más efectivas y fáciles de limpiar que los aceites convencionales.
Para aplicar cera lubricante a la cadena después de una limpieza a fondo, hay que proceder como si fuera la primera vez que se realiza. Cada fabricante tiene sus propias indicaciones de uso, aunque en términos generales, hay que realizar una primera aplicación muy generosa por el interior de la cadena, dejando secar el tiempo indicado por el fabricante para, de nuevo, volver a repetir la misma operación por segunda vez. Con un poco de práctica, todo el proceso de limpieza y lubricado de la cadena no toma más de 10 o 15 minutos de tiempo y, efectuado una vez al mes, elimina ruidos y alarga la vida de los componentes de forma eficaz.