La eritropoyetina, más conocida como EPO, es una hormona sintetizada en los riñones que estimula la producción de glóbulos rojos en la médula ósea, encargados de transportar oxígeno a las células y desechar después el dióxido de carbono en los pulmones. Un aumento de glóbulos rojos en sangre es sinónimo de un aumento de aporte de oxígeno a los músculos, lo que se traduce en un aumento del rendimiento muscular y de la resistencia física con una menor frecuencia del ritmo cardíaco. Dicho de otro modo, la EPO ayuda a rendir más con un menor desempeño físico, retrasando la aparición del cansancio.
¿Cómo es posible doparse con EPO si se trata de una hormona natural? Porque a mediados de los años 80 se consiguió aislar el gen humano de la eritropoyetina. Este avance permitió producir EPO sintética con la técnica de recombinación del ADN, logrando sintetizar una sustancia con los mismos efectos que la producida de modo natural en los riñones del ser humano. La EPO sintética se desarrolló a modo de tratamiento para personas con anemias graves, con cáncer, o incluso para tratar a bebés prematuros. Lamentablemente, además de un uso medicinal, la EPO también tiene un uso ilegal, que no es otro que el empleado para mejorar el rendimiento deportivo.
La EPO está tristemente vinculada al ciclismo desde hace muchos años gracias a un largo historial de uso fraudulento por parte de equipos y ciclistas profesionales. La sustancia se hizo mundialmente conocida para la opinión pública en el Tour de Francia de 1998. Un vehículo del equipo Festina conducido por el masajista Willy Voet, cargado hasta arriba de productos dopantes, fue interceptado en la frontera francesa por los gendarmes del país galo. Entre las sustancias incautadas en el coche había una gran cantidad de EPO sintética y, en menor medida, hormona del crecimiento y testosterona. Fue lo que se conoció como el caso Festina, principal causante del nacimiento de la Agencia Mundial Antidopaje en 1999.
Como es fácil suponer, el uso de la EPO o de sus similares está considerado como método de dopaje en el mundo del deporte. La EPO produce un aumento del nivel de hematocrito, lo que permite un mejor rendimiento del deportista en actividades de ejercicio aeróbico entre las que destaca especialmente el ciclismo. Tal es el efecto de la EPO que un estudio de 2007 llevado a cabo con individuos sanos durante seis semanas determinó que produce un aumento del consumo máximo de oxígeno (VO2 max) de aproximadamente un 6.4% y de la resistencia al esfuerzo, principalmente gracias a un aumento del 10% de oxígeno molecular en la hemoglobina.
Respecto a los efectos secundarios y nocivos de la EPO, algunos estudios clínicos han demostrado que podría estimular el crecimiento de células tumorales, además de que un incremento excesivo del hematocrito está directamente relacionado con el riesgo de complicaciones mortales en el corazón y el sistema circulatorio. Otros ensayos clínicos de la FDA (Agencia Americana del Medicamento) han demostrado que un nivel de hemoglobina de más de 12 g/dl obtenida mediante preparados de EPO causa un incremento de la tasa de mortalidad.