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¿Pueden los alimentos causar depresión? Sí, y estos son los que se deberían evitar

La relación entre la alimentación y la salud mental se estudia desde hace muchos años: los estudios confirman que ciertos alimentos ayudan a mejorar la salud mental mientras que otros provocan el efecto contrario.

La alimentación de los seres humanos influye directamente en multitud de factores, entre ellos la salud mental. De todos es conocido que en momentos de gran pesar, como por ejemplo ante la muerte de un ser querido o el final de una relación sentimental, comerse un trozo de chocolate o atiborrarse con helado del sabor favorito de cada cual suele ayudar a pasar el mal trago. La relación entre la alimentación y la salud de la mente se estudia en el campo de la medicina desde hace muchos años, y no son pocos los estudios que han confirmado que ciertos alimentos ayudan a mejorar la salud mental mientras que otros provocan el efecto contrario, favoreciendo la depresión.

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Hamburguesa con patatas fritas, muy rico pero poco saludable para la mente.

Uno de los análisis más concluyentes acerca de los alimentos que favorecen el estado psíquico o fomentan la aparición de depresión fue publicado en abril de 2017 en la revista Science Journal. En dicho análisis, elaborado a partir de nada menos que 21 estudios diferentes, se concluyó que las personas con dietas altas en alimentos procesados y ricas en grasa era más propensas a sufrir depresión mientras que las personas con dietas basadas en un alto consumo de frutas, vegetales, cereales integrales, pescados, aceite de oliva y lácteos bajos en grasas, con un consumo reducido de alimentos de origen animal, tenían un menor riesgo de depresión.

¿Quiere decir esto que hay que volverse vegano para disfrutar de un buen estado mental? Por supuesto que no. Pero sí que hay que limitar la ingesta de alimentos procesados, sobre todo los de origen animal como pueden ser los embutidos, en favor de alimentos más saludables como las verduras, las frutas, los pescados y las carnes magras sin grasa. Evitar un consumo elevado de azúcares procesados también es recomendable, así como mantener una dieta equilibrada compuesta aproximadamente por un 30% de grasas, un 30% de proteínas y un 40% de hidratos de carbono.