A principios de la década de los 90, en plena cumbre de la carrera deportiva de Miguel Indurain, las pulsaciones en reposo del mejor ciclista español de todos los tiempos dieron la vuelta al mundo. Considerado como el paradigma del ciclista perfecto, Indurain rondaba las 28 pulsaciones por minuto, una cifra extremadamente baja en comparación con una persona normal pero que en el caso de un deportista de élite, se convirtió en un dato muy relevante sobre su condición física.
El rendimiento cardiovascular
El corazón es la bomba principal que se encarga de enviar la sangre por todo el organismo. Tiene el tamaño de un puño y sus latidos se deben al sonido que se produce al cerrarse sus válvulas. Los latidos del corazón por minuto (frecuencia cardíaca, FC) son la referencia principal de la intensidad de un ejercicio físico. La FC máxima disminuye con la edad y no se modifica con el ejercicio físico. La FC mínima es menor en deportistas, ya que el músculo cardíaco es más eficiente y bombea una mayor cantidad de sangre en cada latido.
Con la misma intensidad del ejercicio, las personas sedentarias o que no practican deporte de forma habitual mantienen una frecuencia cardíaca mucho más elevada que las personas deportistas. Con el ejercicio cardiovascular, aumenta el tamaño de las cavidades del corazón. El corazón crece de una forma armónica sin que se produzcan desequilibrios entre el volumen de las cavidades cardíacas y los espesores de las paredes. En la población sedentaria, las paredes del corazón son algo más delgadas que en las personas que practican ejercicio.
Con el ejercicio cardiovascular, pueden provocarse cambios estructurales en el corazón de hasta un 25%. Como consecuencia de este desarrollo extra del músculo cardíaco, la FC en reposo disminuye considerablemente. Durante el ejercicio, el corazón bombea llenando aún más sus cavidades y además con más frecuencia. El flujo de sangre del corazón puede aumentar desde los 5 l/m en reposo hasta los 30 l/m durante el ejercicio. La tensión arterial también se eleva hasta el doble que en estado de reposo.
Este máximo rendimiento del músculo cardíaco se consigue realizando entrenamientos con intensidades medias del 80%, siendo ésta la intensidad ideal para producir las adaptaciones cardíacas necesarias que mejoran el corazón y benefician la salud. Puesto que el ciclismo es uno de los mejores deportes cardiovasculares que existen, es fácil encontrar ciclistas profesionales cuyas pulsaciones en reposo están muy por debajo de la media, normalmente entre las 30 y 40 pulsaciones por minuto.