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Los peligros del calor para el ciclista: todo lo que hay que saber

El calor es uno de los peores enemigos de los deportistas puesto que el organismo tiene que disipar el calor producido por el esfuerzo físico además de contrarrestar la temperatura ambiental.

Los meses de verano son los preferidos para la mayoría de aficionados al ciclismo, a pesar de que se trata de la época del año en la que hay que tomar más precauciones a la hora de salir a rodar. El calor es uno de los peores enemigos de los deportistas puesto que, cuando la temperatura externa sube demasiado, el organismo tiene que disipar el calor producido por el esfuerzo físico además de contrarrestar la temperatura ambiental: un trabajo extra en el cuerpo que hay que tener controlado en todo momento para evitar cualquier problema mayor.

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Nino Schurter en una bañera de agua helada tras finalizar una de las etapas de la Absa Cape Epic 2019.

La termorregulación corporal

La temperatura considerada regular del organismo humano varía dependiendo del sexo, la actividad reciente, el consumo de alimentos y líquidos, la hora del día y, en las mujeres, de la fase del ciclo menstrual en la que se encuentren. Según la Medicina, se considera que el valor promedio de una temperatura corporal normal se sitúa aproximadamente en 37°C, aunque algunos estudios más recientes sugieren que la temperatura promedio en adultos saludables es ligeramente inferior, concretamente de 36.7°C.

Los dos factores que alteran significativamente la temperatura corporal del ser humano son la generación de calor interno, por ejemplo durante la práctica de ejercicio, y el calentamiento o enfriamiento ambiental. Durante el ejercicio, los músculos producen hasta 20 veces más calor que en estado de reposo, activándose los dos mecanismos (sudoración y vasodilatación) encargados de disipar el exceso de calor desde la piel al exterior.

La sudoración y la vasodilatación

En este proceso de enfriamiento del cuerpo a través de la sudoración y la vasodilatación entran en juego la termorregulación comportamental y la termorregulación autónoma, la primera basada en las propias acciones del usuario (ponerse más o menos capas de abrigo, posibilidad de regular la temperatura ambiental, disminuir el ritmo físico) y la segunda basada en una serie de procesos corporales activados de forma subconsciente.

La termorregulación corporal es uno de los mecanismos más eficientes del organismo, pero ello no quita que es responsabilidad de cada ciclista equiparse y actuar de forma adecuada según las condiciones externas. El cuerpo humano es incapaz de autorregular su temperatura si una persona permanece desnuda en un ambiente bajo cero, del mismo modo que tampoco lo hace si la temperatura externa es muy alta y la persona realiza una actividad física muy intensa sin hidratarse ni equiparse correctamente.

Puesto que los músculos incrementan de forma notable la temperatura interna del cuerpo durante la actividad física, la termorregulación comportamental (hidratación y ropa técnica adecuada, además de hacer ejercicio con cabeza) adquiere una especial relevancia en el mundo del deporte. Esto se traduce en reponer todos los líquidos y electrolitos perdidos mediante la sudoración, vestirse con ropa técnica adecuada y procurar salir a entrenar durante las horas en la que las temperaturas sean más bajas, como durante la noche o a primera hora de la mañana.

La temperatura corporal

Sudar en exceso, tener escalofríos, mareos, náuseas o ligeros temblores son síntomas que todo deportista ha experimentado alguna vez. Se trata ni más ni menos que de los primeros efectos de un aumento de la temperatura corporal, que en casos leves se conoce como fiebre, en casos más serios pasa a denominarse hipertermia y en casos extremos se bautiza como hiperpirexia.

A partir de unos 37.2ºC, la temperatura del cuerpo ya se puede considerar elevada y, desde este punto y a medida que se van superando diferentes grados de temperatura corporal, todos ellos directamente relacionados con el tipo de equipación puesta, con el nivel de hidratación de la persona y, obviamente, con la temperatura y humedad ambiental, comienzan a surgir problemas que van agravándose con el aumento de temperatura.

El exceso de calor

Entre los problemas más comunes derivados de un exceso de temperatura corporal, cuatro destacan sobre el resto de manera significativa:

  • Agotamiento por calor: causado por practicar una actividad física intensa con altas temperaturas e hidratación o remplazo de electrolitos insuficiente. Provoca sudoración excesiva, debilidad, mareos y náuseas. Descanso y electrolitos líquidos necesarios para la recuperación.
  • Calambres por calor: son calambres en el abdomen causados por la deficiencia de sal debida a la alta concentración de electrolitos perdidos. Es necesario rehidratar con una bebida isotónica o de electrolitos.
  • Síncope de calor: un desmayo después de un gran aumento de la temperatura corporal y disminución de la presión arterial. Se necesita sombra en un lugar fresco, líquidos y reposo en posición supina para una total recuperación.
  • Golpe de calor: cuando la temperatura interna del cuerpo alcanza más de 40º centígrados, causando vómitos, diarrea, convulsiones, confusión, coma o incluso la muerte. Requiere atención médica inmediata.