El sector de la bicicleta en España cerró el año 2024 con claros síntomas de ajuste tras el fuerte auge vivido durante los años de pandemia. Según los datos recogidos en el informe anual elaborado por la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE) junto con Cofidis, la facturación total descendió hasta los 2.315 millones de euros, lo que supone una caída del 6,5% respecto al año anterior. Esta tendencia a la baja se extiende ya por tres ejercicios consecutivos, reflejando un proceso de normalización que afecta a toda la cadena de valor.

Bicicletas de carretera, gravel y cargo: las que más crecen
El volumen de ventas también sufrió una contracción significativa. En total se comercializaron en el país 1,1 millones de bicicletas, un 12,8% menos que en 2023. No obstante, el precio medio por unidad subió un 4,6%, situándose en 1.167 euros. Este incremento se debe principalmente a la mayor proporción de bicicletas eléctricas en las ventas, que aunque también retrocedieron ligeramente, mantienen un peso notable en el mercado. En 2024 se vendieron cerca de 200.000 unidades eléctricas, una cifra inferior a la registrada en 2023, pero un 36% superior respecto a la de 2019.
La producción nacional, en cambio, ofreció un dato positivo: se fabricaron 309.900 bicicletas, lo que supone un aumento del 2,9% respecto al año anterior. Sin embargo, el valor económico de esta producción descendió un 2,2%, hasta los 240,1 millones de euros, lo que indica una posible reducción en el margen comercial o un cambio en la tipología de producto fabricado.

Las categorías con mejor comportamiento en 2024 fueron las bicicletas de carretera, gravel y cargo. En particular, las ventas de bicis de carretera se duplicaron respecto a 2023, superando las 185.000 unidades. Las gravel, un segmento en claro crecimiento, registraron un aumento del 25%, mientras que las bicicletas de carga subieron un 15%. Estos datos contrastan con el acusado retroceso de las bicicletas de montaña, que pasaron de 501.148 unidades vendidas en 2023 a 352.169 en 2024, lo que representa una disminución cercana al 30%.
El impacto del nuevo escenario económico y logístico también se ha dejado sentir en los productos complementarios. La venta de componentes y accesorios experimentó caídas generalizadas, especialmente en calzado ciclista (-8,8%), ropa técnica (-7,8%) y cascos (-7,4%). La retracción del consumo en estas categorías apunta a una mayor contención del gasto por parte de los usuarios.

Uno de los aspectos clave que sigue lastrando el crecimiento del sector es la falta de políticas públicas decididas que fomenten el uso de la bicicleta como medio de transporte. AMBE advierte que España se mantiene por detrás de otros países europeos en lo que respecta a infraestructuras, incentivos fiscales y ayudas a la compra de bicicletas eléctricas. Según su secretario general, Jesús Freire, existe un margen de mejora muy amplio si se aplican medidas efectivas de impulso a la movilidad sostenible.
La ausencia de redes ciclistas urbanas bien desarrolladas, aparcamientos seguros o desgravaciones para usuarios y empresas que apuesten por la movilidad activa, limita el desarrollo de un modelo de transporte más eficiente y saludable. A pesar de los avances del sector privado, el verdadero salto cualitativo dependerá de la implicación institucional a todos los niveles.

En definitiva, el mercado ciclista español vive un momento de consolidación tras el boom pospandémico. Aunque las cifras actuales reflejan una contracción general, también apuntan hacia una estabilización que podría sentar las bases para un nuevo ciclo de crecimiento, siempre que se corrijan los déficits estructurales y se apueste decididamente por la bicicleta como herramienta clave de movilidad y sostenibilidad urbana.