Un entrenamiento constante, un descanso adecuado y a una correcta nutrición son los tres pilares para progresar en cualquier disciplina deportiva. El principal problema para la mayoría de deportistas no profesionales es que, ya sea por periodos vacacionales, por trabajo, por obligaciones sociales o familiares o por mil y un motivos más, no siempre es posible sacar tiempo para entrenar, a veces incluso durante muchas semanas o incluso meses. ¿Qué sucede en el cuerpo cuando se deja de entrenar?
Cuando se deja de entrenar
Aunque la gran mayoría de aficionados al deporte intentan practicar su disciplina favorita siempre que pueden, a veces no resulta posible entrenar con la constancia y dedicación habitual. Esto da lugar a un ciclo que muchos deportistas conocen de sobra, que no es otra cosa que entrenar con constancia, alcanzar un estado de forma óptimo, dejar de entrenar por el motivo que sea, y volver al punto de inicio para arrancar de nuevo. Algo así como el ciclo de rendimiento de todo deportista.
Lo primero que hay que saber es qué sucede en el cuerpo cuando se entrena de forma constante. Practicar ejercicio físico de forma regular fortalece los músculos y el sistema cardiovascular, además de acelerar el metabolismo; una suma de factores que desemboca en una mayor fuerza y resistencia muscular, un mayor desempeño del corazón con una mejor circulación sanguínea, y un mayor consumo de calorías incluso en reposo, con la consiguiente reducción de masa grasa.
Cuando se deja de entrenar durante un largo período de tiempo, entendiendo como tal un período de 10 o más días, los beneficios obtenidos por un entrenamiento constante comienzan a perderse. Esto no quiere decir que no se pueda descansar, algo que resulta fundamental e igual de importante que entrenar, ya que incluso con una semana de inactividad física, el cuerpo es capaz de adaptarse de nuevo al entrenamiento sin que el rendimiento se vea afectado por el período de descanso tomado. El problema viene cuando el descanso se alarga más de lo habitual.
Cuando se deja de entrenar, el volumen muscular disminuye, al igual que la fuerza y resistencia de las fibras musculares. El corazón también se adapta a este nuevo estado de descanso reduciendo su volumen, ya que no tiene necesidad de bombear más sangre de lo habitual hacia los músculos ejercitados, retomando la forma que corresponde la edad y sexo de cada persona. Por último, el metabolismo se ralentiza, puesto que al verse disminuida la masa muscular y las necesidades de recuperación del organismo, se deja de consumir más energía en reposo, lo que deriva en un aumento de peso a igual consumo de calorías.