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Inhalación de dióxido de carbono: ¿el nuevo dopaje encubierto en el ciclismo de élite?

Este método, aún poco conocido por el público general, plantea algunas preguntas sobre la ética y la integridad en el deporte.

Clara Sánchez

En el mundo del ciclismo de élite, donde cada segundo cuenta y cada ventaja, por pequeña que sea, puede suponer una victoria, la búsqueda de métodos para mejorar el rendimiento está en constante evolución. Tras la última edición del Tour de Francia, ha surgido una preocupación en torno a la inhalación de dióxido de carbono (CO2) como una posible forma de dopaje encubierto. Este método, aún poco conocido por el público general, plantea algunas preguntas sobre la ética y la integridad en el deporte.

Inhalación de dióxido de carbono: ¿el nuevo dopaje encubierto en el ciclismo de élite?
Inhalacioón de CO2 en el ciclismo. Imagen: TodoMountainBike

¿Qué es la inhalación de dióxido de carbono?

La inhalación de dióxido de carbono implica respirar aire con una concentración aumentada de CO2. En teoría, esta práctica se utiliza en el ciclismo (y en otros deportes) para medir varios valores sanguíneos, tales como el nivel la hemoglobina, durante las concentraciones en altitud.

En la práctica, inhalar CO2 de forma controlada también podría inducir una serie de respuestas fisiológicas destinadas a mejorar el rendimiento deportivo. Al inhalar dióxido de carbono, el cuerpo responde incrementando la ventilación, lo que puede mejorar la capacidad del deportista para gestionar el esfuerzo y aumentar la resistencia. Además, también se cree que podría mejorar la eficiencia muscular y la recuperación.

Entre los potenciales beneficios de esta práctica estarían un aumento de la capacidad aeróbica, una mejora de la resistencia y una recuperación acelerada. Pero no todo es bueno, ya que como riesgos asociados de una inhalación excesiva de CO2 también estarían el desarrollo de problemas respiratorios, confusión, mareos y, en casos extremos, daño cerebral permanente.

La posición de las autoridades deportivas

Actualmente, la inhalación de dióxido de carbono no está específicamente prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Sin embargo, la naturaleza innovadora y potencialmente peligrosa de este método ha llamado la atención de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y otras organizaciones.

Buena culpa de ello la tiene la última edición del Tour de Francia, y la filtración de que algunos equipos del pelotón profesional como UAE Team Emirates, el Visma-Lease a Bike o el Israel-PremierTech estaban utilizando máquinas de inhalación de monóxido de carbono.

Como suele suceder, la comunidad ciclista ha recibido esta posible nueva forma de dopaje con preocupación y escepticismo a partes iguales. Mientras algunos creen que se trata de una práctica inocente, no son pocos los que opinan que puede tratarse de una nueva forma de dopaje encubierto.

Lo cierto es que la inhalación de dióxido de carbono representa una nueva frontera en la búsqueda de métodos para mejorar el rendimiento en el ciclismo de élite. A falta de estudios que legitimen o desmientan sus potenciales beneficios, los riesgos asociados y la posible percepción de dopaje ya plantean serias dudas sobre este método.