El Red Bull Rampage, con Brandon Semenuk, Antoine Bizet o Carson Storch volando, literalmente, sobre peligrosos precipicios a los mandos de sus bicicletas; bikers célebres como Rachel Atherton y Danny Hart, afrontando los descensos más rápidos del planeta, o Absalon y Schurter, pedaleando cuesta arriba a ritmos de infarto; figuras deportivas como Kilian Jornet, corriendo al filo de una montaña como si de la cosa más normal se tratase. Vivimos en un mundo en el que las hazañas de los mejores deportistas del planeta nos llegan desde múltiples frentes (televisión, internet, radio, periódicos, revistas, etc) y, lo queramos o no, somos propensos a intentar emularlas por nuestra propia condición de seres humanos ambiciosos y egoístas.
El 'efecto Decathlon'
El efecto Decathlon es una divertida expresión acuñada por el Consejero de Interior de la Generalitat de Cataluña, Jordi Jané, en referencia a una realidad no tan divertida que se está viviendo desde el pasado verano en los Pirineos ante el creciente número de rescates en la montaña. ¿La razón? Según el consejero, porque los amantes del deporte (en este caso, la montaña) acuden a los grandes centros comerciales, se equipan al máximo e intentan llevar a cabo objetivos demasiado ambiciosos, muy por encima del nivel técnico de la mayoría de ellos.
El resultado de esta ambición frustrada, fruto del bombardeo mediático de las grandes hazañas de nuestros deportistas favoritos y de la extraña convicción humana de que la flecha hace al indio, no es otra cosa que un alarmante aumento en el número de rescates realizados por los servicios de emergencia así como un incremento del número de fallecidos en la montaña con respecto al año 2015. Y a pesar de que el término 'efecto Decathlon' surge de un consejero de la Generalitat de Cataluña, lo cierto es que en el Pirineo aragonés también asciende la suma de rescates y fallecidos.
En el ámbito ciclista, el efecto Decathlon también es perfectamente aplicable. No son pocos los valientes aficionados a los pedales que, sin conocimientos previos de disciplinas especialmente agresivas como Enduro o Descenso, se aventuran con una bicicleta de este tipo en su primera incursión en el mundo del ciclismo de montaña, con mención especial para el malvado vendedor que no se ha preocupado en nada más que en realizar una fructífera venta. O aquellos ciclistas con buen poder adquisitivo que se hacen con la mejor bicicleta y equipación y se echan a rodar, por carreteras y montes, con poca o nula experiencia y preparación previa, poniendo en peligro tanto sus vidas como la de las personas que, dado el caso, tengan que acudir a su rescate.
Material aparte, la ambición intrínseca de la gran mayoría de personas es otro problema añadido: "Si él puede, yo, que llevo 20 años pedaleando, también puedo". Obviamente, un deportista de élite es capaz de realizar hazañas épicas porque se ha entrenado específicamente para ello, y lo ha hecho durante muchas horas al día y durante muchos días a lo largo de quién sabe cuántos años. Si no nos hemos preparado como ese deportista que admiramos, es más que probable que tampoco podamos emular sus resultados por mucho empeño que le pongamos, por no mencionar el talento natural que cada cual posee para bien o para mal.
Las consecuencias de aventurarnos en ciertas actividades deportivas con el material adecuado, pero sin el nivel técnico ni físico necesario para ello, da como resultado lo que el Consejero de la Generalitat, Jordi Jané, describió como efecto Decathlon. No por tener la espectacular Mondraker Summum de Danny Hart o las zapatillas de Kilian Jornet vamos a rodar o correr por la montaña desafiando las leyes de la física, por mucho que nuestro cerebro no dicte a creer. Debemos ser consecuentes con nuestras limitaciones y, como todo en esta vida, afrontar retos progresivos para ir mejorando poco a poco en base a la experiencia y técnica acumulada.