El pasado miércoles 15 de julio, decenas de ciclistas que circulaban por el paseo fluvial que une el barrio pontevedrés de Monteporreiro y la parroquia de Bora sufrieron otros tantos pinchazos tras encontrar un tramo del camino plagado de chinchetas tiradas en el suelo. La senda, que discurre paralela al río Lérez, es muy transitada por deportistas de la zona, que denunciaron en las redes sociales las trampas presentes en la misma.
Además de ciclistas, el paseo fluvial es utilizado por gente mayor, familias con sus hijos y caminantes con sus perros, todos ellos susceptibles de sufrir un accidente con las mencionadas tachuelas esparcidas en el suelo por algún desalmado corto de entendederas. En cuanto a los ciclistas, más de una decena de ellos tuvo que parar ese día a reparar pinchazos, algunos incluso en las dos ruedas de la bici.
Como es habitual, en las redes sociales hubo comentarios para todos los gustos acerca de esta fechoría, predominando sobre todo la repulsa a este tipo de actos y el peligro que supone no solo para los ciclistas, también para los perros y niños. El típico personaje que siempre se queja de los ciclistas también dejó su impronta: La culpa para el concello por no hacer unos cuantos controles y meter unas buenas multas a todos estos indeseables que el día que atropellen y lastimen a alguien nos echaremos las manos a la cabeza
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