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De 70 multas en cinco años a 40 multas en dos días: la localidad catalana de Girona 'a la caza' de los ciclistas incívicos

La localidad catalana de Girona pone en marcha una agresiva campaña contra los ciclistas incívicos: de 70 multas en 5 años a 40 multas en 2 días.

A principios del mes de noviembre de 2017, el Ayuntamiento de la localidad catalana de Girona puso en marcha una campaña informativa para evitar que los ciclistas de la ciudad circulasen por las aceras. Apenas una semana después de esa campaña 'informativa', los agentes de la policía local recibieron órdenes de aumentar significativamente los controles en la ciudad para sancionar las infracciones de circulación, incidiendo especialmente en los usuarios de bicicleta que circulasen por la acera. ¿El resultado? De 70 multas a ciclistas en cinco años a 40 multas en dos días, y subiendo.

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Según reza la ordenanza municipal de circulación vigente en la ciudad de Girona, "los ciclos y bicicletas no podrán circular por las aceras, andanas ni paseos salvo que haya un carril especialmente reservado a esta finalidad", con una sanción de 60€ por incumplir esta prohibición. En referencia a esta prohibición y al notable aumento de multas a ciclistas, el regidor de Sostenibilidad, Medio Ambiente, Participación, Seguridad y Cooperación (hay es nada), Eduard Berloso, subraya que es "una manera de velar por el civismo" y espera que "con esta campaña la gente esté más concienciada".

La última reforma del Código de Circulación de España dicta que, dentro de las ciudades, las bicicletas pueden circular por el carril bici, si lo hubiera, o en su defecto por la calzada como el resto de vehículos, sin distinción. Esta normativa, aplicada al pie de la letra, es lo mismo que decirle a un papá y a una mamá que coloquen a un niño de siete u ocho años montado en bicicleta en la carretera a merced de cualquier conductor despistado, siendo además responsabilidad de los padres lo que pueda suceder con el pequeño ciclista. Solo las bicicletas consideradas como juguetes (aquellas con una altura máxima de sillín de 435 milímetros medidos entre el suelo y la parte más elevada del asiento) tiene vía libre para circular por la acera.

Por supuesto, en la otra cara de la moneda siempre encontramos a las ovejas negras, los ciclistas incívicos que, desatendiendo cualquier normativa de circulación, ruedan a toda velocidad por aceras y paseos poniendo en peligro tanto a peatones como a otros usuarios de la bicicleta. La solución no está en culpar a todo el colectivo ciclista y ponerse a multar a diestro y siniestro, sino en buscar otros medios para acabar con los ciclistas incívicos, así como invertir en más infraestructuras porque la lógica es aplastante: si un ciclista circula por la acera, como norma general es porque no tiene carril bici para hacerlo, ya que no todos los ciclistas tienen el valor o experiencia suficiente para ponerse a pedalear a merced de los coches y sus conductores.