Con el arranque del mes de noviembre y con la vista puesta en el cierre del año, la gran mayoría de tiendas de ciclismo de España han apostado por ofertar precios rebajados desde principios de mes en una campaña que el sector minorista ha bautizado como Black Month o Black Weeks: el último intento antes de acabar el año para reducir stock y mejorar una facturación cada vez más a la baja.
La pandemia, el inicio de un problema sin solución a la vista
El inicio de la pandemia de la Covid-19 y las famosas restricciones de movilidad trajeron consigo una demanda histórica que a día de hoy ya es solo un recuerdo. Esta alta demanda provocó que tanto tiendas como fabricantes elevasen su nivel de compras y fabricación en un intento de satisfacer la fiebre por las bicicletas y otros accesorios deportivos.
Obviamente, las ventas de ese primer año pandémico fueron superiores a la media en el retail ciclista, sobre todo en la mítica campaña Black Friday del año 2020. Con la vuelta a la normalidad y la demanda situándose en niveles pre pandemia, las tiendas de bicicletas no solo se han encontrado con un stock más elevado de lo normal, también con unos costes que cada mes se hacen más difíciles de asumir.
En un intento por sobrevivir a esta época tan incierta, muchos minoristas se han visto obligados a reducir programaciones de producto o incluso anularlas, en algunos casos perdiendo la marca cuya programación no han podido afrontar. Los proveedores, con un mayor poder económico para afrontar baches financieros, tampoco han mostrado ninguna empatía hacia los pequeños comercios, penalizando cualquier tipo de retraso en los pagos.
Esta situación no solo ha provocado el cierre de las tiendas más pequeñas del sector. Los minoristas que sobreviven tienen a día de hoy un stock sobredimensionado repleto de productos para los que no ven salida más allá de ponerlos prácticamente a precio de coste, y a veces ni de ese modo ya que, debido a los cambios de temporada y nuevas colecciones, quedan desfasados en apenas unos meses.
Black Month, la campaña más agresiva del sector ciclista
El Black Month (o Black Weeks) es el último intento por parte del retail ciclista de reducir inventario y hacer salir todos esos productos que en breve no tendrán ningún interés para el cliente. También es el último recurso para mejorar la facturación de cara al cierre del año fiscal, o al menos para poder afrontar el coste de todas esas novedades que de forma obligada tienen que comprar para no perder marcas o ventajas adquiridas.
Un stock abultado sumado a una pérdida de liquidez no es una combinación favorable para ningún negocio, y esa es justamente la situación en la que se encuentran la gran mayoría de tiendas de bicicletas del país. Esto ha dado lugar a la creación de una agresiva campaña de descuentos que si bien no van a suponer abundantes ganancias para los minoristas, sí que pueden ser de interés para la clientela.
Otro gran problema asociado es el cada vez mayor cambio de tarifas por parte de los fabricantes. Subidas de precios 2, 3 y hasta 4 veces por año no solo afectan al cliente final; es el minorista el que debe afrontar los pagos de productos nuevos y, por otro lado, en muchos casos asumir la diferencia de precio en productos que el cliente ya había reservado con meses de antelación, sobre todo en el caso de las bicicletas.
Tampoco hay que olvidar las grandes asociaciones de tiendas, con grupos como Quadis comprando tiendas como Escapa para convertirlas en los principales operadores de la distribución ciclista en España. Estas grandes tiendas reciben beneficios y otras ventajas por parte de los fabricantes y ponen mucho más difícil la supervivencia de comercios más pequeños.
Las cifras de los descuentos ofertados en este Black Month dicen mucho de la situación que atraviesa el sector minorista de la bicicleta en España. Descuentos de hasta el 75% son sinónimo de una tienda que, o bien tiene un stock exagerado de dicho producto, o bien está intentando aumentar su facturación por cualquier medio, y ninguna de estas dos cosas es buena.
Por desgracia, las previsiones no son nada buenas en el sector ciclista español. La previsión es que de cara a mediados de 2023, muchos de los pequeños comercios que hoy sobreviven ahogados por las deudas hayan sucumbido a la crisis y cierren la persiana, en lo que podría denominarse una criba de mercado donde solo los negocios más fuertes (económicamente) van a sobrevivir.