La llegada del invierno plantea un desafío para muchos ciclistas: combatir el frío sin sacrificar la comodidad o el rendimiento. Ante las bajas temperaturas, algunos optan por soluciones improvisadas, como colocarse bolsas plásticas debajo de los guantes o en los calcetines. A primera vista, esta medida podría parecer una barrera adicional contra el viento y la humedad. Sin embargo, la gran mayoría de expertos y usuarios experimentados señalan que se trata de una mala idea que puede incluso empeorar el problema.
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¿Bolsas de plástico para evitar el frío? No, gracias
En primer lugar, las bolsas plásticas impiden la transpiración natural de la piel. Durante la práctica deportiva, incluso con frío, el cuerpo genera sudor para regular la temperatura interna. Al cubrir manos o pies con plástico, se crea un ambiente hermético que no permite la ventilación. Esto ocasiona la acumulación de sudor y humedad en la piel, dando lugar a una sensación de frío aún mayor al cabo de un tiempo, ya que el líquido atrapado se enfría más rápidamente. En términos prácticos, la protección térmica se ve comprometida a medida que se alarga la salida en bici.
Por otra parte, la acumulación de humedad puede derivar en problemas dermatológicos, como irritaciones y ampollas, especialmente en salidas largas. El sudor, mezclado con bacterias, se concentra en la zona, generando un entorno propicio para la proliferación de microorganismos. Además, la fricción constante entre la piel, el calcetín o el guante y el plástico aumenta la probabilidad de rozaduras y llagas, algo que perjudica el rendimiento y el disfrute de la actividad.
Otro aspecto relevante es que, al no permitir la transpiración, el cuerpo se ve obligado a trabajar el doble para regular la temperatura. Esto, lejos de calentar las extremidades, puede acabar sobrecargando el sistema termorregulador, que responde con una sudoración adicional e ineficaz cuando las bolsas no permiten la salida del calor y la humedad. Finalmente, en cuanto se detenga la actividad o se reduzca la intensidad de pedaleo, esa capa de sudor confinado se enfría de golpe, provocando un efecto contrario al deseado.
Además, hay que recordar que la regulación térmica y la comodidad durante el invierno no dependen solo de una capa impermeable. Existen guantes y calcetines térmicos diseñados con materiales transpirables y tejidos técnicos que ayudan a mantener las manos y los pies calientes sin comprometer la eliminación de la humedad. En este sentido, resulta mucho más recomendable invertir en prendas específicas para ciclismo invernal. Estas prendas combinan aislamiento, resistencia al viento y transpirabilidad, ofreciendo un equilibrio óptimo que las bolsas plásticas no pueden dar.
En definitiva, usar bolsas bajo los guantes o calcetines con la intención de protegerse del frío es una muy mala idea. La humedad retenida, la falta de ventilación y el riesgo de lesiones o incomodidades posteriores hacen de esta práctica una opción poco recomendable. La mejor solución pasa por equiparse con ropa técnica adecuada y apostar por una estrategia de capas que permita la correcta regulación de la temperatura, incluso en las jornadas más frías sobre la bicicleta.