Los principales problemas y daños provocados en cualquier tipo de gafas siempre suelen estar relacionados por un mal uso del usuario final, ya sea por simple desconocimiento o por unos hábitos de uso y limpieza nada aconsejables. A la hora de cuidar unas gafas de ciclismo, más teniendo en cuenta que suelen tener un precio bastante elevado, hay que tener bien presente una serie de consejos que ayudarán a mantener las gafas en perfectas condiciones.
Cuidado y limpieza de las gafas
Uno de los hábitos más extendidos en el mundo del ciclismo es el de, mientras se rueda, coger las gafas y limpiarlas directamente con el maillot o la camiseta. Las lentes, que probablemente estarán cubiertas de polvo y tierra, quedarán más o menos limpias, pero también se rayarán y con el paso del tiempo perderán nitidez de visión.
La mejor manera de limpiar en seco unas gafas siempre es con la gamuza incluida con las mismas o, en su defecto, con una gamuza especialmente destinada a la limpieza de este tipo de accesorios. Por supuesto, a la hora de limpiar las gafas en seco, el cristal siempre debe estar completamente libre de polvo y otros elementos adheridos. En caso contrario, solo se consigue deteriorar poco a poco la lente.
Si las gafas presentan salpicaduras de barro incrustadas en las lentes, la mejor forma de limpiarlas es situándolas debajo de un chorro de agua. Una vez desprendida la suciedad, se puede proceder a lavarlas con un poco de jabón neutro u otro producto específico para gafas y después secarlas con una gamuza de algodón. Nunca hay que utilizar productos abrasivos ni detergentes no recomendados, ya que se puede dañar el recubrimiento de las lentes y, por tanto, nitidez de visión.
Otro apunte a tener es cuenta es que dejar las gafas expuestas a altas temperaturas, por ejemplo en el interior de un coche aparcado a pleno sol, también suele ser uno de los hábitos más extendidos entre un buen número de ciclistas. El calor excesivo deteriora y deforma las gafas, por lo que hay que evitar exponerlas a ambientes extremadamente calurosos o muy cerca de fuentes de calor.
Otra costumbre muy extendida es la de sujetar las gafas por las lentes en lugar de por las patillas. A la hora de ponerse o quitarse las gafas, lo mejor es agarrarlas siempre por las patillas y con las dos manos, ya que de lo contrario se corre el riesgo de ensuciar las lentes con los dedos o, lo que es peor, rallarlas con los guantes o deformar alguna de las patillas.
Cuando ya no se tiene la necesidad de utilizar las gafas, siempre hay que plegarlas y guardarlas en su funda. De este modo, se evita que se ensucien, se minimiza el riesgo de accidentes ante una caída inoportuna y se alarga su vida útil durante mucho más tiempo.