Durante la pasada ronda del Campeonato del Mundo de Ciclocross disputada en Zolder (Bélgica), la corredora belga Femke Van den Driessche (Sub'23) se convirtió en la protagonista de miles de titulares de la prensa especializada al ser detectado un motor oculto en la bicicleta que utilizó en competición. La UCI confirmó la sospecha de 'dopaje tecnológico' a través de un escueto comunicado, dejando en el 'aire' el primer caso de fraude en una bicicleta de competición.
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Poco después del comunicado de la UCI, uno de los comisionados de la federación belga, Jos Semts, confirmó el hallazgo: "La UCI ha inspeccionado la bicicleta de Femke que estaba en el box de material con una especie de tablet. La han precintado y se la han llevado. Entonces han intentado desmontar la caja del pedalier, una pieza que normalmente sale muy fácil, pero no se podía sacar. Finalmente, han encontrado el motor en el interior".
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Por otro lado, Femke Van den Driessche ha defendido desde el primer momento que la bicicleta motorizada no era de su propiedad, sino de un amigo que suele salir a entrenar con ella. Sin embargo, la presencia de esa bicicleta en el box del equipo, con un dispositivo electrónico también presente, pone las cosas muy difíciles a la joven corredora belga. Tal es así que tanto el equipo como Wilier Triestina, el fabricante de la bicicleta afectada, han decidido emprender acciones legales contra Femke para salvaguardar su reputación como marcas.
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Dramas aparte, la sospecha de que existen bicicletas con motor oculto en el mundo de la competición está presente desde hace mucho tiempo. Corredores de la talla de Fabian Cancellara, Alberto Contador o Ryder Hesjedal también se han situado en el punto de mira del huracán del dopaje tecnológico; en el caso de Cancellara por sus escapadas 'antinaturales', en el de Contador por su notable 'nerviosismo' en los controles de bicicletas, y en el caso de Hesjedal por un vídeo que muestra un movimiento 'anormal' de la rueda trasera de su bicicleta tras una caída.
Tras haber sido testigos del primer caso comprobado (por parte de la UCI) de una bicicleta con motor oculto, las dudas se ciernen más oscuras que nunca sobre el horizonte. Si existe dopaje tecnológico en el ciclocross, es de esperar que en la disciplina reina del ciclismo, la del pelotón, el fraude pueda alcanzar cotas épicas. No en vano, hablamos de la modalidad de ciclismo que más dinero mueve en el mundo; y el dinero, lo queramos o no, siempre viene acompañado de casos de fraude y corrupción... o de ocultación y destape.