Es una de las eternas preguntas que los ciclistas se plantean a la hora de elegir una bicicleta de XC, y la respuesta no es sencilla. Las bicis de doble suspensión suelen ser más versátiles que las rígidas a la hora de afrontar cualquier sendero, pero también más pesadas y complicadas de mantener. Las rígidas, por su parte, son más ligeras y rápidas que las doble, pero pueden quedarse cortas en terrenos técnicos y son más incómodas en trayectos maratonianos.
La decisión entre una rígida y una doble depende en gran medida del estilo del ciclista y del tipo de rutas que va a realizar. Para rodar por senderos y pistas de tierra, la rígida es la mejor elección, pero a la hora de afrontar senderos más complicados y técnicos, las bicicletas de doble suspensión tienen la capacidad necesaria para ello.
La comodidad es otro factor importante, ya que las bicicletas de doble suspensión ayudan a afrontar los terrenos más duros de una forma más cómoda. Las rígidas, aunque también resultan cómodas en terrenos más sencillos, no resultan tan eficientes como las bicicletas de doble suspensión cuando las piedras y raíces aparecen o cuando se trata de recorrer muchos kilómetros en una misma jornada.
Por otro lado, los ciclistas principiantes pueden encontrar más complicaciones a la hora de ajustar y mantener una bicicleta de doble suspensión, mientras que las rígidas, sin amortiguador trasero ni puntos pivotantes en el cuadro, son bicis más sencillas que requieren menos mantenimiento.
El peso y el precio pueden terminar de inclinar la balanza hacia uno u otro modelo. En el mismo nivel de gama, las bicicletas rígidas son más baratas que las de doble suspensión, además de más ligeras. Sin embargo, la inversión en una bici con un cuadro de doble suspensión también puede ser el punto de partida para ir mejorando poco a poco sus componentes.