Las luces de circulación diurna se han extendido en la industria del automóvil desde que la Directiva 2008/89/CE obligara a los fabricantes a montar este sistema en todos los coches comercializados en Europa desde el 7 de febrero de 2011. ¿Por qué? Porque la visibilidad en las carreteras es un factor clave para reducir accidentes de tráfico, y las luces de circulación diurna aumentan la visibilidad y disminuyen el riesgo de un accidente en determinadas circunstancias y por diferentes motivos.
La eficacia de las luces diurnas
Según publica la DGT (Dirección General de Tráfico en España), se ha comprobado que los vehículos con luces encendidas (ya sean diurnas o de cruce) son percibidos mucho mejor por los demás usuarios de la vía, reduciendo la posibilidad de accidentes en hasta un 40% y la cifra de fallecidos en carretera en un 10%. Un estudio realizado para la DGT demostró que, incluso en las mejores condiciones de visibilidad (al mediodía, en una carretera mixta, rodeada de vegetación y cielo a partes iguales), un vehículo con luces encendidas se detecta más de 100 metros antes que un vehículo de color negro y sin luces. Incluso en peores condiciones, el coche con luces encendidas se ve antes (a 240 metros) que otros sin luces: de color blanco (90 metros), gris (100 metros) o negro (30 metros).
La eficacia de las luces diurnas también se apoya en la percepción subliminal de las mismas por los usuarios de la vía. Un mensaje subliminal es un mensaje o señal diseñada para pasar por debajo (sub) de los límites (liminal) normales de la percepción humana. La ciencia ha demostrado que el ser humano tiene un comportamiento 'mecánico' cuando realiza actividades rutinarias; algo así como ir con el piloto automático de forma inconsciente. Un conductor que conduce cada día de casa al trabajo y viceversa termina adquiriendo un hábito mecánico, reduciendo su atención en la carretera y en las cosas que pasan en ella. ¿Cómo se puede evitar este déficit de atención provocado por la rutina? Aplicando estímulos visuales de forma directa que actúan a nivel subliminal, como las luces de conducción diurna.
Las luces diurnas en las bicicletas
Atendiendo a la razón, si consideramos que las luces de conducción diurna favorecen la visibilidad de vehículos tan notorios como coches, furgonetas y camiones, no hace falta explicar que su uso en las bicicletas es más que recomendable. Los ciclistas son los usuarios menos visibles y más frágiles de las vías públicas: ocupan poco espacio, pasan desapercibidos para la mayoría de conductores (salvo cuando ya los tienen encima) y, en condiciones de baja luminosidad, su presencia es prácticamente invisible.
Obviamente, las luces de conducción diurna pueden hacer al ciclista mucho más visible para el resto de vehículos. Basta una luz trasera roja, brillante y parpadeante, para que la presencia de la bicicleta en la vía sea visible a cualquier conductor incluso más de 200 metros por detrás del ciclista. A diferencia de los vehículos a motor, la luz delantera de uso diurno no es tan eficaz en las bicicletas debido a que, como norma general, los ciclistas circulan muy cerca del margen derecho de la carretera y, dicho sea de paso, la inmensa mayoría de atropellos de ciclistas es dado por una colisión no frontal.
Como hemos leído, tanto por un aumento importante de la visibilidad del ciclista como por el estímulo visual que actúa a nivel subliminal en el resto de usuarios de las vías públicas, el uso de una luz trasera diurna en las bicicletas podría evitar muchos accidentes de tráfico con bicicletas involucradas y, a consecuencia, salvar la vida a muchos ciclistas. Las luces traseras para bicicletas son baratas y están disponibles en multitud de modelos, marcas, tamaños y precios, por lo que su uso sólo es cuestión de asumir la rutina de utilizarla en cada salida, ya sea de día o de noche.